Publicada originalmente en La Silla Rota
El hecho de que el oxígeno, la atmósfera, las nubes no sean propiedad de nadie no quiere decir que sean infinitos. Desde que comenzó la Revolución Industrial, hace ya tres siglos, los seres humanos hemos quemado toneladas y toneladas de combustibles fósiles. Hoy sabemos que los gases efecto invernadero (GEI) de esas toneladas de combustión se han acumulado en la atmósfera y ello ha hecho que aumente la temperatura del planeta.
Hace tiempo la comunidad científica alzó la voz y prendió las alertas: si se sigue acumulando GEI en la atmósfera y sigue, por lo tanto, aumentando la temperatura en el planeta, las catástrofes climáticas (sequías, inundaciones, heladas, olas de calor, etc.) van a provocar enormes y dolorosisimas tragedias humanas. La gente más pobre son los que más van a sufrir.
Si lo pudiera describir en una imagen: es cómo si todas las personas del planeta estuviéramos subidas en un tren que va a toda velocidad y que está destinado a chocar con un muro de concreto y, lo más impresionante, no estamos haciendo lo suficiente para que el tren pueda frenar a tiempo y evitar un catastrófico choque. Vivimos en una película de ciencia ficción: la especie humana, con toda nuestra inteligencia y capacidad creativa, no podemos ponernos de acuerdo para que la temperatura del planeta no siga aumentando. Y ello es así porque quienes gobiernan el mundo y México no quieren hacerse cargo de que tenemos un muro enfrente. No lo ven. Por eso no hablan de él y actúan como si no existiera.
Tengo 29 años. Estoy convencida de que mi generación y las que vienen debajo de la mía tenemos una misión histórica. Lograr que no choquemos con el muro del aumento de la temperatura. La única manera de frenar a tiempo es haciéndolo gradualmente. Es decir, sustituyendo consistentemente a lo largo del tiempo combustibles fósiles por energías renovables. Este proceso de sustitución se llama transición energética.
Ello me lleva al meollo del asunto: en México estamos discutiendo una reforma constitucional al sector eléctrico sin poner en el centro esa necesaria transición energética. El sector eléctrico en México es el único que está en condiciones de reducir las emisiones de GEI a las que México está comprometido a través de los tratados internacionales. En México tenemos la tecnología y recursos para generar electricidad con energías limpias como el aire y el sol, lo hemos hecho en los últimos años y lo podríamos seguir haciendo si no frenamos la transición energética en este sector. La iniciativa de reforma constitucional que se está discutiendo frena por completo la transición energética en el sector eléctrico en el país. Es falso que México tiene más capacidad de generar electricidad con las hidroeléctricas sin afectar el abasto de agua al campo, pueblos y ciudades. Es falso que la CFE puede generar la mayor parte de la electricidad que requiere el país a través de energías limpias.
Lo que sí es cierto y están ignorando es que si la temperatura sube más de 2 grados centígrados el tren va a chocar. En los últimos 50 años la temperatura promedio global ha subido 0.7 grados, ya no hay margen para equivocarnos. La única manera de frenar el tren es reduciendo las emisiones de CO2; de eso depende la posibilidad de que todas las personas jóvenes (52% de la población de México y el 33% del mundo) podamos vivir e imaginar nuestro futuro.
Discutamos cómo atender la demanda de electricidad de nuestro país, presente y futura, sin vulnerar los derechos a un medio ambiente sano y a un clima seguro. Las juventudes queremos estar en este debate para recordarles que tenemos que frenar gradualmente ese tren y que sabemos como hacerlo con la razón de los datos y la justicia climática. Hay que movernos hacia el futuro. Hay que frenar a tiempo.
*Nora Cabrera Velasco
Abogada. Directora de Nuestro Futuro